viernes, 5 de diciembre de 2008

Recaudar, recaudar, recaudar...

Tras el parón de ayer (fue un día muy largo y duro en el trabajo, y hoy más, pero al menos es viernes) hoy vuelvo con ganas de un poquito de reflexión. Veamos, cuando tú o yo compramos un coche tenemos ese coche, es nuestro, puedes hacer con él lo que quieras (es decir, utilizarlo o no. Venderlo, regalarlo...).

Lo mismo si, por ejemplo, compras una barra de pan. Si quieres te la comes, si no no. Como las lentejas.

El que fabrica coches, lentejas, pan o cualquier otro producto de consumo, una vez que lo ha vendido, ya ha ganado su dinero y, digámoslo así, se desentiende. Este producto es tuyo y haces con él lo que quieras. Como si quieres revenderlo a más dinero.

Sin embargo, si hablamos de "ideas", la cosa cambia. La música, por ejemplo, la considero dentro de esas "ideas". Hacer una copia de una canción, de una fotografía digital, de un videojuego, de una película o de un libro (en formato electrónico) tiene un coste ínfimo, por lo que el creador de estos productos copiados clama al cielo diciendo que si la gente copia y a él no se le paga, ¿de qué va a vivir?

Hasta aquí estamos de acuerdo. Todas estas "ideas" a las que voy a llamar "entes virtuales" para parecer más fisno tienen un coste de duplicación prácticamente nulo mientras que hacer duplicar o copiar una moto, un televisor o un teléfono móvil es algo más complicado.

Sin embargo, cuando no has copiado ilegalmente dichas ideas sino que has pagado por ellas, ¿qué es realmente lo que has pagado? Esto es lo que me preocupa. En software, tienes una licencia. Dependiendo del fabricante, las licencias permiten hacer unas cosas u otras. Por ejemplo, hay licencias que son, digámoslo así, personales, de forma que si la compras tú no puedo utilizarla yo, ni siquiera en tu ordenador.

Otras son, precisamente, por ordenador. Es decir, tú compras la licencia del programa, lo instalas en un ordenador y en principio no puedes instalarlo en más. ¿Y si tienes dos ordenadores? Pues entonces necesitas dos licencias, aunque sólo estés usando un ordenador al mismo tiempo. Por ejemplo Windows es así, si tienes cinco ordenadores necesitas cinco licencias distintas del sistema operativo.

Todo este rollo viene por varias noticias que he leído esta semana, algunas relacionadas con videojuegos y otras no. Por ejemplo, resulta que la SGAE, esa agradable organización sin ánimo de lucro (ejem) que hace que comprar productos informáticos en España sea más caro que en otros países debido a una cosa llamada canon digital que, según Tedy Bautista, eso ya está más que finiquitado, hay que pagarlo y punto.

Que me pierdo. Decía que la SGAE está contratando detectives para que investiguen discotecas y demás para ver qué es lo que utilizan. Por supuesto, para poder sacar tajada.

No voy a opinar mucho de este tema porque el negocio de la música no lo conozco mucho ni tampoco todos los flecos de este tema, pero otra noticia que me ha hecho gracia es que Electronic Arts ya no está sola en su lucha contra el mercado de segunda mano y otras compañías se suman a su bando.

Lo que argumentan, y de ahí el rollo que llevo soltado, es que si alguien compra un juego de segunda mano implica que al menos dos personas van a disfrutar del juego (el que lo vende y el que lo compra) mientras que el fabricante sólo ha disfrutado de los beneficios de una venta. Y claro, les parece injusto.

Por eso yo pregunto, ¿qué es lo que estás comprando cuando compras un juego? ¿A qué tienes derecho? ¿A jugarlo y nada más? ¿No posees una licencia? ¿No es eso lo que has comprado, una licencia? Pues si las licencias se pueden comprar también se pueden vender (que es, en definitiva, lo que ha hecho la tienda contigo, venderte una licencia empaquetada en una bonita caja de DVD). Por lo tanto, ¿cuál es el problema de que tú vendas a su vez la misma licencia que has comprado? ¿Que el que le vendió la licencia al que te la vendió a ti no va a llevarse nada?

En fin... a qué hemos llegado en esto de hacer negocio en los videojuegos. Como he dicho en numerosas ocasiones, es el problema de que este mundo se haya convertido en una industria tan grande. Hay ahora tanto dinero en juego que para que unos recuperen toda la inversión realizada y otros poder alimentar un poco su codicia que se han perdido "los valores" del mundillo y hemos llegado a que muchas grandes empresas ya no piensen en el cliente como un cliente, sino como alguien a quien sacarle los cuartos.

Y lo peor es que más tontos somos nosotros que se lo permitimos. Si son grandes y poderosos porque nosotros compramos sus juegos...

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