viernes, 19 de septiembre de 2008

Morir de éxito

Si miramos las noticias sobre la industria del videojuego, y me voy a centrar sólo a las de nuestro país (España), nos encontramos con datos que demuestran su buena salud, como por ejemplo el crecimiento del 50% del sector, siendo su facturación superior a la del cine desde el 2005. Electronic Arts tiene un valor en bolsa de casi 10.000 millones de euros y Nintendo más de 40.000 millones. Suena bien, ¿verdad?

Y sin embargo, yo discrepo. Cuando era un niño, hace ya unos pocos de años, era uno de esos pocos colgaos (aún no nos llamaban frikis) que jugaba con videojuegos y entendía de ordenadores. En aquel momento, soñaba con un mundo donde los juegos se expandieran y hubiera muchísima más gente jugando, de forma que así se harían muchísimos más juegos y todo sería genial y viviríamos felices y comeríamos perdices también.

El tiempo ha pasado, se calcula que España, sin ser una potencia mundial en esto de los videojuegos, cuenta con al menos una consola por cada cuatro casas, y a saber el número de ordenadores. Parece que parte del sueño se ha cumplido, pero algo ha fallado. Esto no es lo que yo soñaba. ¿Cuál ha sido el problema?

Cuando yo era niño, crear un juego era barato. Sí, necesitabas un ordenador y no todo el mundo podía permitírselo, pero muchas de las empresas de aquellos entonces (hablo de los 80) se fundaron con un grupo de amigos que se juntaban y programaban un juego. Luego tenían que encontrar un distribuidor y todo eso, pero cuatro amigos podían hacer un juego de calidad profesional en menos de un año. Pero el problema entonces para crear un videojuego no era tanto el dinero como el talento.

Los años fueron pasando, el hardware se fue haciendo más potente y los estudios de software cada vez más profesionales. No les quedaba otra si querían competir. Cada vez hacer un juego era más y más caro, se necesitaban grafistas profesionales, músicos, programadores... pero todavía un grupo de amigos, si eran todos muy buenos en su campo, podían seguir haciendo videojuegos y vendérselo a las grandes distribuidoras.

Finalmente, el mundo de los videojuegos se convirtió en la gran industria que es hoy. Nos guste o no, hoy en día es prácticamente imposible hacer un juego de autor, al menos fuera de la escena indie (como llaman los americanos a los juegos hechos por aficionados). En un juego moderno pueden trabajar centenares de personas, se hacen muchos de ellos "por comité" y, puesto que ahora suponen una inversión tan grande, las compañías de videojuegos no suelen arriesgarse demasiado con juegos que no se sabe cómo podrán funcionar en el mercado, o se sabe que sus ventas no serán especialmente grandes, porque igual ni siquiera pueden cubrir costes.

De hecho, lo extraño es que una compañía como Nintendo arriesgara tanto en la Nintendo Wii porque si le salía mal la jugaba podía dejarles fuera del mercado de consolas de sobremesa definitivamente, y todavía no era en absoluto clara la victoria de NDS sobre la PSP, por lo que existía el riesgo que la consola portátil de Sony hiciera insostenible económicamente a Nintendo.

Hoy en día, de hecho, es muy raro que la gran industria haga juegos nuevos. Se hacen secuelas, precuelas y remakes. Y si se empieza un desarrollo nuevo, se hace con la idea de que se pueda convertir en una franquicia si finalmente la idea vende y se convierte en un éxito.

Hubo un tiempo en que los mejores desarrolladores de juegos eran considerados casi como estrellas del rock para los entendidos (por suerte o por desgracia éramos demasiado pocos para que para ellos supusiera una gran diferencia). Will Wrigth, Akira Toriyama, Sid Meier, nuestro Paco Menéndez, Peter Molyneux, Richard Garriot, Roberta Williams, Al Lowe, Jordan Mechner... todos ellos si os fijáis vienen de los 80 o como mucho de los primeros 90. Si tanto ha crecido el sector, si tanta gente trabaja ahora en él, ¿por qué ya no salen nuevos nombres? Creo saber porqué. Antes los videojuegos eran una pasión. Ahora son una industria. Antes soñábamos con que nuestra pasión creciera. Y nuestros sueños murieron de éxito...

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