lunes, 6 de octubre de 2008

El bueno, el feo y el malo (II)

SEGUNDO ACTO

Cuando Steve Jobs apareció en las oficinas de Atari buscando un empleo la recepcionista no estaba segura de si debía llamar a Al Alcorn, su supuesto entrevistador, o a seguridad, pero en la empresa trabajaba mucha gente a cuál más extravagante, por lo que un hippie con problemas con el aseo no era lo común pero tampoco algo extraordinariamente extraño.

Steven Paul Jobs era un hombre complicado. Había aprendido la técnica de apabullar verbalmente a sus contrincantes, de forma que en una disputa oral era muy difícil que él no se saliera con la suya. Aparte de eso, sólo contaba con su carisma y poco más. Sí, le gustaba la electrónica y había aprendido algunas cosas de su padre y de su amigo Steve Wozniak, de forma que no era un completo neófito en la materia, pero no tenía estudios en el tema ni desde luego la experiencia necesaria para el trabajo.

No obstante, Jobs siempre ha sido un hombre de recursos, y conocía a alguien que sí que sería el candidato ideal: su amigo Steve Wozniak, Woz. Así que... ¿quién no ha mentido alguna vez en su currículum?

En su entrevista con Al Alcorn, Steve Jobs decidió contar los logros de Woz como si fueran los suyos propios, así que mintió descaradamente a Alcorn diciendo que él había estado diseñando circuitos desde pequeño, que era ingeniero de HP, que había creado algunos juguetes inventados por Woz... Alcorn estaba entusiasmado con el joven brillante que tenía delante, por lo que le contrató sin comprobar que efectivamente todo lo que decía Jobs de sí mismo era cierto.

De su primera etapa en Atari, Jobs sacó algunas cosas positivas y muchas otras negativas. Aquellas personas consideradas como emprendedores suelen ser personas bastante individualistas y un poco egocéntricas, pero si quieren seguir adelante tienen que aprender a jugar para el equipo.

Jobs no jugaba para nadie que no fuera para él. No dudaba en calificar el trabajo de los demás como la peor mierda del mundo mientras que él a duras penas era capaz de hacer nada decente, y el hecho de no darse un baño aunque sólo fuera de vez en cuando no mejoraba su relación con los demás.

Steve Jobs comenzó a convertirse en un problema para Alcorn, y en circunstancias normales probablemente lo habría despedido si no fuera por lo positivo que sacó Jobs de Atari: su relación con Nolan Bushnell.

En cierto modo, pese a que ambos hombres eran completamente diferentes el uno del otro, Nolan era capaz de ver la genialidad de Jobs y por lo tanto se convirtió en una especie de protegido suyo. Quizá de alguna manera se viera reflejado en él de joven. Ambicioso, inteligente... quizá no especialmente apto para la electrónica, pero probablemente el más capaz a la hora de aprender de la experiencia, y con la ventaja de que cuando Jobs estaba involucrado en algo no importaba cuánto odio, desesperanza, incredulidad o desprecio despertase, al final conseguía salirse siempre con la suya.

Así que Alcorn tenía que lidiar con la patata caliente que era Steve Jobs y el malestar que generaba en las oficinas de Atari, así que se decidió moverlo al lugar donde menos pudiese molestar al resto de la plantilla: al turno nocturno.

Y, sin saberlo, dio con la mejor solución.

Steve Jobs no estaba especialmente dotado para la electrónica pero de alguna manera sabía adaptarse mejor que nadie a su entorno y encontrar soluciones cuando prácticamente parecía estar perdido, y normalmente dichas soluciones venían del lugar menos esperado.

La suerte o el destino quisieron que los sistemas domésticos de Atari dieran problemas de interferencias con otros aparatos en Europa (principalmente con los televisores europeos). El primer lugar donde apareció este problema (o por lo menos en el primero de donde se quejaron) fue en la Alemania occidental, y desde allí llamaron a la sede de EEUU de Atari para informar del problema. Y debido al cambio horario, era Jobs quien estaba disponible en aquel momento al haber nueve horas de diferencia entre California y Alemania.

Para él era una oportunidad única para poder ir a la India tras terminar el trabajo de Alemania, y todo con todos los gastos pagados por la empresa. Así que utilizó toda su influencia con Alcorn y con Bushnell y finalmente fue él el elegido para viajar a Alemania para trabajar en la solución de los problemas de interferencias.

Cuando llegó al país germano y los ingenieros alemanes le conocieron no podían dar crédito a lo que veían, y de hecho pensaron que se trataba de un impostor y llamaron a Atari para asegurarse. Un enigmático Al Alcorn les confirmó que no había ningún error, y que por difícil que fuera de creérselo, aquel era su hombre.

Sin embargo, pese a todas sus extravagancias y choques con los ingenieros alemanes, consigue increíblemente arreglar el problema de interferencias con los televisores europeos. De alguna forma misteriosa, los problemas con Jobs siempre acababan solucionándose, a menudo de la forma más extraña.

Tras su paso por Alemania, decide viajar a la India siguiendo su camino espiritual. Aquí dio rienda suelta al Steve místico que llevaba dentro, ampliando el número de sus trastornos alimenticios y psicológicos con la bulimia y una dieta a base de manzanas, y es en este viaje cuando finalmente comprende que se ha equivocado de destino, que ni todos los Lamas juntos han conseguido contribuir al progreso del ser humano como Thomas Edison. 

Finalmente, antes de que termine 1974, decide volver a Cupertino, California, y retomar su trabajo en Atari.

Sin embargo, prácticamente nadie le quería de nuevo allí. Todos recordaban lo agradable que solía ser trabajar con él y nadie estaba dispuesto a tenerlo de compañero de nuevo. Todo parecía perdido para Jobs en Atari hasta que Nolan Bushnell intervino. A fin de cuentas, había sido el hombre que había arreglado los problemas de la empresa en Europa. Jobs seguía siendo el ojito derecho de papá, así que nuevamente la suerte parecía sonreírle. Pero... ¿hasta cuándo?

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