domingo, 19 de octubre de 2008

et tu, Lucas?

LucasArts, la factoría de videojuegos de George Lucas, es toda una institución en sí misma. Amada, adorada, admirada, envidiada... LucasArts tiene algunas de las franquicias más rentables y deseables del mundo (y no sólo de nuestro sector). Muchos de sus juegos son considerados míticos y sólo con mencionarlos evocan francas sonrisas en sus jugadores por los grandes momentos pasados con ellos.

Sin embargo, algo falla en el Imperio de George Lucas.

Inicialmente como una parte de LucasFilms, fue fundada en 1982 e sus primeros juegos fueron fruto de la colaboración con la empresa Atari. Si bien los 80 fueron buenos años para LucasArts, fue ya en los 90 cuando se destapó el tarro de las esencias y se convirtió en la compañía que sólo sabía hacer arte.

Aunque a LucasArts se la recuerdan principalmente por sus excelentes aventuras clásicas (auténticos mitos) como Indiana Jones y la última cruzada, The Secret of Monkey Island, The Day of The Tentacle, The Dig o Sam & Max, no sólo hacía aventuras gráficas.

Recuerdo con decidida nostalgia el juego Night Shift, un gran olvidado pero que en su momento fue un juego muy comentado. En él tienes que elegir entre Fred o Fiona (aunque lo único que cambiaba era el gráfico de tu personaje, por el resto se jugaba igual) y dedicarte a construir el merchandising de la factoría Lucas (muñecos cabezones de Darth Vaders, ewoks, C3POs, R2D2s, soldados imperiales...). Para mantener tu empleo y no ser despedido/a tienes un número de muñecos que construir y un tiempo máximo. Si bien en los primeros niveles casi casi basta con encender la máquina y poco más, al poco empieza a complicarse a medida que hay que activar más componentes, aplicar colores, solucionar averías, asegurarse que los muñecos defectuosos no alcanzan la parrilla de salida...

Es un juego típico de los 8 bits (de hecho yo lo jugué en mi Spectrum), simple, fácil de manejar al principio pero casi imposible al final, con una adictividad endiablada y unos gráficos simpáticos que no buscan en ningún momento el realismo.

También vio a la luz en la década de los 90 la saga X-Wing, en donde te convertías en un piloto de la alianza rebelde y tu deber era luchar contra la tiranía del Imperio Galáctico a los mandos de las naves que ponen los rebeldes bajo tu control. Este simulador de vuelo espacial me hizo acabar con dos joysticks y cientos de horas presumiblemente dedicadas al estudio.

Al año y medio aproximadamente del X-Wing salió el juego Tie Fighter, que en esencia era lo mismo pero encarnando un piloto del Imperio en vez de la alianza rebelde. Después de jugar a estos dos juegos, créeme, no puedes ver las batallas estelares con los mismos ojos (por ejemplo, "mira, eso es un Y-Wing. Tiene mucha potencia de fuego, pero es condenadamente lento. Por eso va escoltado por esos dos cazas que tiene al lado, que se llaman X-Wing" y cosas así). También hubo varias partes posteriormente, siendo la última el X-Wing Alliance donde podías pilotar una nave tipo Corellian (sí, como el Halcón Milenario).

O... ¿qué decir del Secret Weapons of the Luftwaffe? Este también era un simulador de Lucas, pero de la Segunda Guerra Mundial. Podías elegir uno de los dos bandos (aliados o Eje), un avión y ale, a bombardear Alemania o impedir que lo hagan, dependiendo de tu bando. Con este juego aprendí muchísimo sobre los aviones de combate que lucharon en la guerra, sus características, velocidad, aceleración, autonomía, maniobrabilidad...

También se metió Lucas en los tipo Doom con el excelente Dark Forces, que aparte de ser como el Doom pero basado en la Guerra de las Galaxias numerosas novedades técnicas, como por ejemplo que el punto de mira no fuera estática (es decir, tu arma no apuntaba siempre al centro y listo) o cierto retroceso que hacía que dos disparos consecutivos sin moverte no fueran los dos exactamente al mismo sitio. Aparte, las armas ya no apuntaban "al centro" sino que hacían ángulo. Eran tiempos en los que no había un punto de mira que te indica exactamente dónde están apuntando, por lo que acertar a los rivales era bastante más complicado que en el Doom (y que en los juegos actuales). Este juego acabaría también por convertirse en una franquicia, cambiando de nombre a Jedi Knight con la coletilla de Dark Forces en algún sitio.

También se metió en el mundo de la estrategia con bastante éxito con el juego Afterlife, un juego en el encarnabas una especie de semidios y tu tarea consistía en crear un cielo e infierno lo más perfecto y funcional posible.

También Lucas probó suerte con las videoaventuras, que tras la popularización de las unidades de CD-ROM durante algún tiempo se consideró que serían el futuro (y más tras los excelentes resultados del The 7th Guest). Concretamente, LucasArts sacó dos juegos con un tinte de videoaventura (aunque completamente arcade) llamados Rebelt Assault, en el que de hecho en su segunda parte fueron las primeras imágenes rodadas nuevas sobre el universo Star Wars tras la trilogía original (y antes de que se rodara la nueva).

Como decía al principio de esta entrada, cuando terminaba la década de los 90 parecía que LucasArts no podía hacer un juego malo. Pero algo cambió en la empresa. Las "viejas glorias" decidieron cambiar de aires, se estrenaron las nuevas películas de Star Wars y LucasArts centró su atención en vender, vender y vender con este nuevo filón, olvidándose de su propia historia e ignorando su legado.

Empezaron a llegar en manada los juegos relacionados con la saga Star Wars, algunos mejores y otros peores. Pero la magia que caracterizaban los juegos de la década anterior había desaparecido. Y, con todo ello LucasArts se volvió vulgar y previsible...

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