miércoles, 1 de octubre de 2008

Qué tienen de especial los juegos antiguos

En el estado actual de los videojuegos donde necesitas máquinas de algún que otro millar de euros para poder mover con soltura los más complejos entornos gráficos existentes (pienso en Crysis), echar una mirada atrás y apreciar la belleza de los clásicos es realmente complicado.

¿Qué puede tener de especial un juego que consista en dos palotes verticales, uno a cada lado de la pantalla, con una línea vertical también que separa la pantalla en dos, un marcador y un cuadrado que hace de pelota? Seguramente ya sepas de qué juego estoy hablando, básico, sencillo y simple como él solo. Y sin embargo, si habláramos de videojuegos seguramente a más gente en el mundo le vendría esta imagen a la cabeza antes que un Grand Thieft Auto. ¿Por qué?

Hoy en día los juegos han crecido en sofisticación y espectacularidad, qué duda cabe. Pero como digo siempre, esta sofisticación y espectacularidad no ha ido a favor de los videojuegos sino en contra.

¿Cómo es posible que con un mando y uno o dos botones pudieran tener enganchados a tantos jugadores durante tantas y tantas horas, y ahora con dos mandos analógicos, una cruceta y al menos 8 botones el objetivo sea crear un juego con una esperanza de 40 horas de juego? Puede que 40 horas parezcan más que suficientes al jugador de un Final Fantasy, pero yo le he dedicado muchas más al Tetris. Un juego en el que caen piezas cuadriculadas y las tienes que girar y colocar de forma que encajen sin huecos. Y ya.

Nada de texturas, nada de efectos de luz, ni millones de polígonos por segundo, ni sonido atmosférico, ni sistemas de partículas para simular fluidos, no hay explosiones, no hay historia, ningún famoso ha puesto su voz ni ningún deportista lo patrocina... y sin embargo puede divertir a más gente que, pongamos, un Tekken o un Crysis. Una textura del nuevo Alone in the Dark ocupa más que el Pac-Man, pero... ¿es más jugable? ¿O más carismático?

Sin contar con la rejugabiidad. Es decir, coges por ejemplo el Assassin's Creed y te pones a jugarlo. Personalmente, considero que pasadas las primeras 10 horas el juego se hace monótono y aburrido, pero bueno, igual te gusta por la espectacularidad de los gráficos y animaciones y te lo pasas.

¿Y después? ¿Vas a volver a jugarlo? Casi seguro que el juego acabará en una estantería (o vendido de segunda mano). Eso no pasaba con los juegos de antes. Pasártelo no implicaba que ya estaba, e insistías e insistías para conseguir aumentar tu puntuación, para demostrar que eras mejor que nadie. Eso se ha perdido. Y los juegos podríamos decir que eran infinitamente más monótonos entonces (pongo de nuevo el ejemplo del Tetris, vaya variedad que tenía, ¿eh?), pero curiosamente no cansaban pese a ser siempre lo mismo.

Por supuesto, no estoy diciendo que todos los juegos antiguos fueran buenos. Los había malos, muy malos, pero los que eran buenos lo eran de verdad, pura adicción concentrada en unos pocos píxeles.

Quiero escribir la historia de algunos de aquellos juegos, volver a recordarlos y hacerles algún tipo de homenaje. Mis disculpas si te aburren estos juegos, pero te recomendaría que les dieras una oportunidad si nunca has jugado a ellos. Igual descubres que te lo pasas mejor jugándolos que con el último Gears of War

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