lunes, 5 de enero de 2009

Un tributo a Blade Runner

En 1984 una película salió al mercado para revolucionar el mundo cinematográfico. Su nombre es Blade Runner, y aunque inicialmente fue completamente incomprendida con el tiempo poco a poco la gente ha terminado valorando en su justa medida la película, convirtiéndola en una de las más influyentes de los últimos años.

Dicha influencia no sólo se ha dejado ver en el cine sino también en los videojuegos. Son varios los programadores que han reconocido inspirarse de una forma o de otra en el mágico título de Ridley Scott, así ahora mismo me viene a la memoria por ejemplo Dreamweb de la estadounidense Creative Reality.

Aunque hubo un Blade Runner para Commodore 64 ya en el lejano 1984, no fue hasta 15 años después que veríamos la conversión oficial del juego en las pantallas de nuestros ordenadores en forma de una aventura gráfica completamente atípica.

Los derechos los consiguió Westwood en 1997, empresa conocida especialmente por sus juegos de estrategia en tiempo real (¿os suenan Dune II o Command & Conquer? Pues esa). La idea era, como ya he dicho, crear una aventura gráfica que no copiara o adaptara el guión de la película tal cual, sino que se ambientara en el mundo de la misma para crear una historia completamente nueva.

¿Dije una historia? Perdón, quise decir... múltiples historias. Si Blade Runner iba a ser una aventura atípica sería porque, a diferencia de las aventuras gráficas realizadas hasta entonces, no habría un guión preestablecido, sino que a cada partida la historia cambiaría. Es decir, tú encarnas a un blade runner, pero en unas partidas descubrirás que eres un replicante, en otras no lo serás, en unas puedes terminar ayudando a otros replicantes a escapar de la justicia, en otras puedes cumplir con tu trabajo.

Del mismo modo, los personajes no son siempre los mismos. Aunque había algunos que siempre tienen el mismo papel (como por ejemplo Tyrell, el fundador de la Tyrell Corporation) hasta 15 personajes distintos varían en su implicación en la historia de unas partidas a otras.

Por si fuera poco, la aventura sería en tiempo real, es decir, si te tiras cinco horas mirando las calles de Los Angeles el mundo no se va a quedar esperando a que termines sino que irán sucediendo cosas.

Pero... ¿cómo le fue al juego? Bueno... no fue malo, no, pero... le faltaba algo. Desde luego, lo mejor que tenía era su ambientación, con escenas y situaciones dignas de haber estado en la película. Además, contaba con la excelente banda sonora de Vangelis, por lo que el juego en ese sentido cumplía con creces.

Sin embargo... a nivel jugable le faltaba algo. Prácticamente el juego carece de puzzles, ya que los que tiene son algunos tan simples que no merece ni la pena llamarlos puzzles. En principio, la gracia del mismo está en la interrelación con los pesonajes que vamos encontrando mientras se desgrana la historia, pero precisamente el punto fuerte que supone la aleatoriedad de cada partida es también su punto débil, pues los personajes y las situaciones no están muy bien trabajadas (a fin de cuentas, son aleatorias, no es lo mismo que un profesional competente trabajando durante años en ello).

Aparte, aunque lo haya vendido como algo completamente original lo de la partida en tiempo real y personajes (y por lo tanto trama) aleatoria, no era en este Blade Runner el primer juego en utilizar estas ideas, pues ya las puso en práctica el gran Jordan Mechner en su juego Orient Express en 1997.

En cualquier caso, Blade Runner no fue una obra maestra pero sí un buen juego, en especial si te gusta la ambientación y estética de la película, pues su espíritu sí está bien recogido.

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